Nuestra historia
Era Viernes de Dolores del año 1933 cuando Justo Arranz, joven emprendedor, con su única arma, la experiencia de haber trabajado en el gremio desde muy jovencito, supo aprovechar uno de los momentos más difíciles de la historia de España. Añadido a la condición de haberse quedado viudo al nacer su única hija, pasando por la guerra civil y sobreviviendo a una dura posguerra logró fundar y mantener activa la Pastelería La Marina.
Su hija Ángeles, desde muy joven combinó sus estudios con el negocio, en el que ayudaba a su padre. Se casó con Alberto Rogina, natural de Santander, el cual, sin ninguna experiencia en este gremio, dejó su profesión y su tierra de origen para integrarse con su esposa y su suegro.
Desde febrero de 2020 dos de los hermanos, Javier y Nines, han trasladado el obrador a Villanueva del Pardillo, desde donde continúan fabricando los mismos productos con la misma calidad y artesanía de siempre.
En esta nueva etapa, la pastelería cambia su forma de trabajar y se enfoca principalmente en la venta por encargo.